![]() Evangelio del día ¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68 |
Lunes, 29 De Abril
Lunes de la segunda semana de Pascua
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Santa Catalina de Siena , San Roberto de Molesme |
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Libro de los Hechos de los Apóstoles 4,23-31.
Una vez en libertad, los Apóstoles regresaron adonde estaban sus hermanos, y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. |
Al oírlos, todos levantaron la voz y oraron a Dios unánimemente: «Señor, tú hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos; |
tú, por medio del Espíritu Santo, pusiste estas palabras en labios de nuestro padre David, tu servidor: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos proyectos? |
Los reyes de la tierra se rebelaron y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Ungido. |
Porque realmente se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con las naciones paganas y los pueblos de Israel, contra tu santo servidor Jesús, a quien tú has ungido. |
Así ellos cumplieron todo lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado de antemano. |
Ahora, Señor, mira sus amenazas, y permite a tus servidores anunciar tu Palabra con toda libertad: |
extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre de tu santo servidor Jesús». |
Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios. |
Salmo 2,1-3.4-6.7-9.
¿Por qué se amotinan las naciones |
y los pueblos hacen vanos proyectos? |
Los reyes de la tierra se sublevan, |
y los príncipes conspiran |
contra el Señor y contra su Ungido: |
«Rompamos sus ataduras, |
librémonos de su yugo.» |
El que reina en el cielo se sonríe; |
el Señor se burla de ellos. |
Luego los increpa airadamente |
y los aterra con su furor: |
«Yo mismo establecí a mi Rey |
en Sión, mi santa Montaña.» |
Voy a proclamar el decreto del Señor: |
El me ha dicho: «Tú eres mi hijo, |
yo te he engendrado hoy.» |
«Pídeme, y te daré las naciones como herencia, |
y como propiedad, los confines de la tierra.» |
Los quebrarás con un cetro de hierro, |
los destrozarás como a un vaso de arcilla» |
Evangelio según San Juan 3,1-8.
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. |
Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él». |
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. « |
Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?». |
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. |
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. |
No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’. |
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu». |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
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San Juan de la Cruz (1542-1591) |
«El que ha nacido del Espíritu, es Espíritu»
Porque, como el mismo san Juan dice en otra parte: El que no renaciere en Espíritu santo, no podrá ver este reino de Dios (3,5) que es el estado de perfección. Y renacer en Espíritu santo en esta vida, es tener un alma semejante a Dios en pureza, sin tener en sí alguna mezcla de imperfección, y así se puede hacer pura transformación por participación de unión, aunque no esencialmente. |
Y para que se entienda mejor lo uno y lo otro, pongamos una comparación. Está el rayo de sol dando en una vidriera. Si la vidriera tiene algunos velos de manchas o nieblas, no la podrá esclarecer y transformar en su luz totalmente como si estuviera limpia de todas aquellas manchas y sencilla. Antes tanto menos la esclarecerá cuanto ella estuviere menos desnuda de aquellos velos y manchas, y tanto más cuanto más limpia estuviere. Y no quedará por el rayo, sino por ella; tanto, que, si ella estuviere limpia y pura del todo, de tal manera la transformará y esclarecerá el rayo, que parecerá el mismo rayo y dará la misma luz que el rayo. Aunque, a la verdad, la vidriera, aunque se parece al mismo rayo, tiene su naturaleza distinta del mismo rayo; más podemos decir que aquella vidriera es rayo o luz por participación. |
Y así, el alma es como esta vidriera, en la cual siempre está embistiendo, o por mejor decir, en ella está morando esta divina luz del ser de Dios por naturaleza, que habemos dicho. |
En dando lugar el alma, que es quitar de sí todo velo y mancha de criatura, lo cual consiste en tener la voluntad perfectamente unida con la de Dios, porque el amar es obrar en despojarse y desnudarse por Dios de todo lo que no es Dios, luego queda esclarecida y transformada en Dios. |
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